
1973” (Cultura Rock Records) -próximamente a la venta-
Quique González ha querido que el single de adelanto de su nuevo disco, que verá la luz el próximo mes de octubre con el significativo título ‘1973’, sea ‘Terciopelo azul’, una canción que evoca un amanecer al borde del acantilado. En ese lugar, un pura sangre se alza sobre sus patas traseras contra el viento que empuja con furia las nubes y balancea las ramas de los árboles. Es un potro salvaje agitándose iracundo en un territorio agreste, pero en los destellos que el sol arranca de su lomo de terciopelo se adivinan la nobleza de su interior y la fragilidad de su corazón indómito. Verlo resulta conmovedor.
La letra de la canción se va construyendo con imágenes crípticas y sugerentes, que aluden con cierto espíritu hippie a la conexión con la naturaleza y a la pureza de las almas libres. Ese caballo encabritado que corre huyendo del relámpago, que se revuelve contra todo, que se crispa y se apacigua, clava por un momento su mirada de diamante en el espectador de la escena y ambos se perciben como camaradas. Aunque no puedan acercarse el uno al otro, se conocen bien. “Salvaje y cruel, hermano”.
En este verso hacia el final de la canción, la palabra ‘hermano’ alude a alguien en concreto por primera y única vez. El autor se la dedica a un amigo del valle pasiego en el que reside desde hace años, muy cercano a su vida allí y a su música, que flota en la memoria. Este sentimiento de hermandad y camaradería conecta con el resto del disco, que en diferentes momentos rinde homenaje a la amistad y a la lealtad, a la gente junto a la que se ha hecho el camino, con una mirada hacia afuera, mucho más ‘nosotros’ que ‘yo’.
Musicalmente, ‘Terciopelo azul’ se inicia con una intro de sintetizadores, algo inusual en la música de Quique González, que dota al tema del sonido ochentero y ‘springsteeniano’ que actualmente lideraría la excelsa banda de Filadelfia The War On Drugs. El medio tiempo se desarrolla de manera orgánica, en línea con la temática de la canción, y acaba derivando hacia universos que recuerdan a otra de las bandas preferidas del autor. Porque en esas distorsiones finales de guitarras indomables, alzadas en pie como el pura sangre-hermano, se percibe la influencia de Wilco.
La canción se registró en Estudio 1, en Madrid, con toda la banda tocando en directo: Quique González, voz y guitarra acústica; Toni Brunet (productor del disco) guitarra eléctrica y coros; Edu Olmedo, batería; Jacob Reguilón, bajo; Raúl Bernal, Wurlitzer y órgano Hammond; y Javier Pedreira, guitarra eléctrica. De los sintetizadores se encargó el fiable compañero de canciones de Quique, el magnífico músico César Pop.
‘Terciopelo azul’ se antoja un anticipo adecuado para lo que tiene preparado Quique y que verá la luz en otoño. En ese momento quizás habrá quien opine que en esta colección de canciones, en las que el autor no ha dejado de picar piedra y limar aristas hasta el momento mismo de empezar a grabar, figuran algunos de los versos e imágenes más conseguidos de su vida, lo cual es muchísimo decir. Pero seguramente acierten. En todo caso, es puro universo Quique González quien, en su trayectoria como escritor de canciones, ha logrado algo a lo que todos aspiran: una forma propia de narrar las cosas. Nadie más escribe (ni conmueve) así.
Chema Doménech